LA CULTURA DE LA MEMORIA
HISTORICA
Fernando Alonso Barahona
Casi todo el mundo considera
necesario decir que España, durante cerca de medio siglo -o más- ha sido un
desierto, y se ha acuñado la expresión “páramo cultural”.
escribí un largo artículo
titulado “La vegetación del páramo” (recogido luego en mi libro “La devolución
de España”, 1977). En él consideraba la actividad cultural en España entre
1941, fecha en que se reanudó tras la guerra Civil, y 1955, en que murió Ortega.
Era un recuento fragmentario, sin rebuscas ni propósito exhaustivo, de lo que
se había hecho, en medio de grandes dificultades, en esos quince años.
Resultaba una larguísima lista, impresionante, de “libros libres”, fruto de
vocaciones admirables; se veía la continuidad, no interrumpida, de los autores
existentes antes del feroz corte de la guerra, y la aparición de promociones
nuevas, de sorprendente fecundidad, y en la mayoría de los casos, capaces de
innovación e independencia. La vegetación del páramo, concluía yo, es bastante
frondosa.
JULIAN MARIAS
La fiebre de la llamada “
memoria histórica “ capaz de producir efectos esperpénticos y casi siempre de
forma revanchista olvidando todo lo vivido por la inmensa mayoría de los
españoles en la época de la transición , suele repetir sin el menor fundamento
el supuesto erial de la cultura española durante los años cuarenta e inicios de
la década de los cincuenta.
Ya Julian María en un célebre
artículo : La vegetación del páramo , dejó al descubierto las numerosas
mentiras de la corrección política oficial empeñada en reescribir la historia y
crear una nueva memoria .
http://larealidadensuconexion.blogspot.com.es/2013/05/la-vegetacion-del-paramo.html
Ante las nuevas iniciativas
demoledoras de la historia que se quieren perpetrar con leyes antihistoricas y liberticidas no está de más recordar algunas
pinceladas culturales de aquellos años de hierro , difíciles por tantos
conceptos, pero que en ningún momento fueron el vacío sin fondo que algunos
pretenden pintar en la actualidad .
La vegetación de lo que
algunos llamaron –sin fundamento– “páramo desértico” de la cultura española de
los años cuarenta llegaría a ser muy florida. En 1940 nace la revista literaria
Escorial, entre cuyos colaboradores encontramos a Dionisio Ridruejo, Pedro Laín
Entralgo, Alfaro y Antonio Tovar.
El Español se crea en 1942 como semanario
político, y posteriormente circulan La Estafeta Literaria (1944), Arbor (1944)
e Ínsula (1946). Se publican libros de la importancia de Razón del mundo
(1944), de Francisco de Ayala; Naturaleza, Historia, Dios (1942), de Javier
Zubiri, y la célebre Historia de la Filosofía (1941), de Julián Marías. Eugenio
D’Ors escribe a pleno rendimiento y Ortega y Gasset regresa a España en 1945
para emprender una rica actividad que dará como resultado su capital Idea de
principio en Leibniz, así como la creación –junto con Julián Marías– del
Instituto de Humanidades en 1947.
La novela conserva a Baroja,
Ricardo León, Concha Espina y Azorín, en tanto que surgen Camilo José Cela (que
revoluciona el panorama literario con La familia de Pascual Duarte), Rafael
García Serrano, Sánchez Mazas, Ignacio Agustí, el primer Delibes, Carmen
Laforet, Gironella, Zunzunegui o Torrente Ballester, sin olvidar a Agustín de
Foxá y a Josep Pla.
La lista de personalidades que
realizan importantes aportaciones culturales es sobresaliente: Marañón, López
Ibor, Rof Carballo (medicina); Lapesa, Díaz Plaja, Casares (lengua); Lafuente
Ferrari, Camón Aznar, Chueca Goitia (historia del arte); Gili Gaya, Alonso
Vicente (historia); Caro Baroja (etnografía); la figura suprema de Ramón
Menéndez Pidal (investigación histórica y literaria); Díez del Corral, Jiménez
Caballero (ensayo); Dámaso Alonso, Aleixandre, Hierro, Manuel Machado, Gerardo
Diego, Leopoldo Panero, Luis Rosales (poesía); Pemán, Benavente, López Rubio,
Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Buero Vallejo (teatro); el genial Dalí, Pancho
Cossío, Solana, Vázquez Díaz, Benjamín Palencia (pintura).
Estos son los contemporáneos
de cineastas como Rafael Gil, José Luis Saenz de Heredia, Edgar Neville, Juan
de Orduña, Antonio Román, Luis Marquina, José Antonio Nieves Conde o Carlos
Serrano de Osma. Se incorpora el exiliado húngaro Ladislao Vajda, que hará su mejor
obra en España. Esta generación de brillante directores extenderá su carrera –
salvo excepciones – hasta bien avanzada la década de los sesenta del siglo XX.
En Hollywood se vive el
esfuerzo de la guerra y casi todos los grandes nombres están en el candelero:
de Ford a Vidor , De Mille. Frtiz Lang y Hitchcock, pasando por Hawks, Walsh,
Wyler, Borzage, Chaplin, Capra, Huston, King, Hathaway , Van Dyke , Stevens ,
Le Roy , Mann o Leo McCarey.
El cine español continúa
siendo raquítico pero inicia una tímida consolidación. El 17 de diciembre de
1942 se crea el NO-DO, documental informativo, y en 1947 se funda el IIEC
(Instituto de Investigaciones y Estudios Cinematográficos). Las productoras van
aumentando su difusión. La mayor es Cifesa, con la que pronto compiten Suevia
Films-Cesáreo González o Hércules Films, y se montan estudios de cine de primer
orden como Chamartín o Sevilla Films.
Las revistas de cine también
proliferan: Cámara, Fotogramas (nacida en 1946, aún hoy se mantiene), Revista
Internacional del Cine (1951), de la mano de Pascual Cebollada, y, sobre todo,
Primer Plano, dirigida por Augusto García Viñolas, que ve la luz el 20 de
octubre de 1940 y que se publicará durante un cuarto de siglo. Por las páginas
de Primer Plano pasarían nombres del prestigio de Eugenio D’Ors, Pío Baroja,
Sopeña, Sánchez Mazas, Giménez Caballero, Manuel Aznar, Halcón, Wenceslao
Fernández Flórez y Manuel Machado.
Y solo nos hemos referido a los años cuarenta y primeros cincuenta . A partir de 1960 aparte de la inmensa mayoría de los mencionados surgirá una nueva generacion de cineastas (Berlanga a la cabeza ), pensadores (Gonzalo Fernández de la Mora ), artistas y escritores de primera línea cuya obra llegará a los horizontes de la transición y aún más allá . Camilo Jose Cela por ejemplo llegara a obtener el Premio Nobel de Literatura .
En este panorama cultural se
desarrollan la infancia y la adolescencia de José Luis Garci, que recuerda –
por cierto – con cariño y nostalgia en el prólogo de su libro Morir de cine con
unas palabras dedicadas a sus padres: “Gracias a los dos por regalarme una infancia
tan maravillosa. Por dejarme oír la radio a todas horas, por comprarme cada
semana, durante años, un librito de la Enciclopedia Pulga –‘el saber no ocupa
lugar’– (…), por los miles de tebeos, sobres de cromos y cartuchos de pipas y,
claro, por haberme llevado a todos los programas dobles de los cines del
barrio”.
Frente al sectarismo de cierta
memoria histórica ha de quedarnos el recuerdo – de las gentes que lo vivieron –
y la auténtica historia independiente . Merece la pena .