domingo, 1 de enero de 2012

Pensamiento y regeneración

 

   El mundo cambia al ritmo de la tecnología y la globalización a pasos agigantados… Las viejas ideas a veces vacilan y el vértigo de los cambios deja a las personas sin modelos ni referentes. ¿Acaso lo que sirviera ayer hoy debe ser dejado sin más en el desván de los objetos perdidos?
Y sin embargo la añoranza de valores firmes y positivos, la ausencia de modelos a los que se pueda admirar y emular y la necesidad de mantener un criterio por encima de los vaivenes temporales caracterizan buena parte de las angustias de muchos de nuestros contemporáneos.

Hay que hacer un esfuerzo en el pensamiento porque sólo desde la razón y las ideas se puede aspirar a buscar un sentido a la acción social y política e incluso al rumbo de la propia existencia.
¿Cómo sentar las bases – en este mundo amenazado por múltiples riesgos pero a la vez propulsado por formidables avances técnicos y económicos – de un nuevo y auténtico pensamiento conservador? El secreto del neo-conservatismo reside, en suma, en saber conocer en cada tiempo lo que es permanente y lo que es mudable.
El compromiso del intelectual - el que lanza al debate las ideas, conceptos y principios que luego servirán al ejecutor de la política concreta - y del artista creador tiene poco que ver con la ganga propagandística que suele acompañar a tales términos.
Es la hora de romper ese falso" compromiso" para apostar por una auténtica misión que de cara al siglo XXI ha de residir en la libertad, la verdad y la esperanza. Y con la libertad, la responsabilidad, como escribiera Cervantes en frase certera: "Y he de llevar mi libertad en peso sobre los propios hombros de mi gusto".
Las masas – como previera Ortega y Gasset – se han rebelado, pero curiosamente lo han hecho de forma caótica y han transformado el horizonte vital en algo muy superficial, incapaz de proporcionar sentido y felicidad . Es hora por tanto de dar la vuelta a esta rebelión de las masas para retornar al principio del esfuerzo, el mérito, la capacidad y la belleza.
Probablemente los viejos conceptos de la derecha, el centro y la izquierda se estén revelando más obsoletos a cada instante. ¿Acaso podemos realmente creer que Jacques Chirac, recién despedido de la Presidencia francesa y nominalmente de ”derechas“ ha estado a la altura de su tiempo más que Tony Blair, laborista británico que ha coincidido con el francés en el tiempo de su despedida?
Sin embargo, el crepúsculo de las ideologías no tiene forzosamente que concluir en la negación de las ideas y los criterios. La óptica neoconservadora ha de partir de tres núcleos fundamentales:
-El compromiso ineludible con la libertad en todos los lugares del mundo. Es decir, un sistema político que garantiza la libre expresión, el desarrollo económico y la paz entre las naciones. No puede haber dobles discursos o dejación de responsabilidad y la primera consecuencia es la lucha decidida contra el terrorismo internacional, la nueva forma de guerra mundial en el siglo XXI.
- El respeto a la esencia y a la peculiaridad de cada lugar es compatible con unos principios que precisamente por ser conservadores, han de ser flexibles, es decir, naturales. Y sobre esta base, la acción política ha de apoyarse no en la demagogia, sino en la eficacia, no en las proclamas, sino en los resultados .
- La seguridad de las naciones es un elemento básico para salvaguardar la libertad y el progreso. Ambos conceptos no se regalan, son costosos, exigen sacrificios.
Eugenio D\'Ors ("Principios de política de misión") recogía en hermoso lenguaje algunas de estas ideas clave que tal vez debieran ser repetidas y aprendidas y practicadas en la medida de lo posible por los altos cargos de los partidos políticos, sobre todo cuando poseen responsabilidades de gobierno en cualquiera de las naciones:
- El espíritu debe redimir a la naturaleza. La cultura debe redimir a la nación.
- La condición óptima para la selección es la jerarquía mediante la excelencia y la igualdad de oportunidades.
- Cada hombre es un servidor. Cada servicio es una dignidad. Cada dignidad es un deber. Cada deber es una técnica.
- Todas las voces han de ser oídas.
- Toda misión ha de tener un carácter universal, no empequeñecedor, sino abierto al horizonte.
- No seguir la opinión pública, sino precederla.
- No servir a un señor que se pueda morir.

  El pensamiento regenerador y el compromiso con la verdad  es en suma, una de las tareas apasionantes de nuestro tiempo, sobre todo para los que piensan – desde Parménides – que el movimiento, la renovación, el avance , la aventura , el descubrimiento , la complejidad, la libre empresa, el desarrollo, las reformas… precisan de un núcleo vital firme y seguro . Es decir, conservador en el sentido filosófico del término.